Uno de los mayores encantos del Parque de Isabel la Católica, y tiene muchos este jardín, que es sin duda el más rico (en especies) y emblemático del centro de Gijón, son las aves. Tanto las especies residentes, como las visitantes, son de una belleza inusual y un singular aporte de colorido y exotismo a la ciudad.
Con independencia de sus encantos de orden público, incuestionables, para mí esta gran familia de alados es una de las mejores compañías —más discreta y leal— que hasta hoy he podido tener. Tanto aquí, en mi nueva residencia, como en mi antiguo enclave en la multitudinaria y caótica capital: Madrid.
Por estos, y tantos otros motivos, estas criaturas merecen un lugar aparte, muy especial, en mi corazón y en mi obra. PLUMAS es el habitáculo virtual que les he preparado a modo de agradecimiento y reconocimiento. Los que deberían tributarles quienes, a juzgar por sus actos o decisiones, aún no han tomado conciencia de lo que la presencia de estas aves entre nosotros representa.
Pero ésta es harina de otro costal.
Que prevalezcan —aquí— el imperio de la belleza, del arte, de la contemplación y del gozo de vivir... en compañía de tan magníficos seres.
*** Jusqu’á un autre temps ***
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